Las piscinas ecológicas son una buena opción para las personas
preocupadas por no estar en contacto con productos químicos y tóxicos.
Su funcionamiento se basa en la capacidad de filtración de distintos
tipos de plantas y en filtros de grava y arena. Estas piscinas, que
recuerdan a los estanques en los que de niños nos bañábamos rodeados de
ranas y peces, hoy seducen a personas que apuestan por una forma de vida
más natural.
En Austria, Alemania e Inglaterra, la construcción de este tipo de
piscinas está muy extendida, ya llevan más de 15 años construyéndolas y
existen empresas muy especializadas que aplican determinados sistemas
patentados. En nuestro país, es algo incipiente y sólo existe un pequeño
puñado de ejemplos, aunque tarde o temprano, cuando se conozcan más,
tendrán más aceptación por sus grandes ventajas frente a las piscinas
convencionales.
Respecto a piscinas públicas la normativa exige un mínimo de
incorporación de cloro, incompatible con la filosofía de un estanque
natural por lo que podremos utilizar otros métodos para bajar al mínimo
los niveles de cloro, como por ejemplo un catalizador.
Hay muchos sistemas de piscinas naturales, todos se basan en el
mecanismo por el que las plantas acuáticas aceleran el crecimiento de
microorganismos beneficiosos que eliminan las bacterias y mantienen la
piscina natural lo bastante limpia como para cumplir con los estrictos
criterios de calidad de agua en Europa. La luz solar calienta el agua en
la zona denominada “de regeneración” y el agua caliente gradualmente se
filtra en la zona donde se nada, de dos metros de profundidad. Todo el
proceso se basa en los principios de regeneración que tiene el agua en
un curso natural donde podemos encontrar saltos de agua, plantas
ribereñas filtrantes.
Cada piscina es un mundo, por eso cuando se planifica es muy
importante realizar un detallado estudio de las condiciones del lugar,
especialmente las climatológicas, el tipo de filtración y decantación,
las plantas acuáticas depuradoras y oxigenantes que se deben instalar y
si conviene o no, colocar peces y ranas en la zona de depuración. El
ingeniero, del equipo asesor de ReHabitar y experto en reciclaje de
aguas, Ismael Caballero opina que “incluso hay que tener en cuenta la
vegetación de la que disponemos en las zonas de sombra y en las zonas
soleadas. Esto condiciona totalmente en que sentido debe recircular el
agua”.
Mantenimientos mínimos
Aunque la instalación de una piscina convencional y otra natural
cuesta casi lo mismo, la mayoría de los propietarios opinan que los
costes se reducen –no hay que comprar productos químicos– y tienen menos
mantenimiento, que además, pueden hacer ellos mismos.
Es un auténtico trabajo de jardinería tener una piscina natural
limpia; una labor sencilla, agradable y que no requiere mucho tiempo.
Los posibles mosquitos dejan de ser un problema pues son los propios
depredadores –ranas, pájaros y murciélagos– los que se encargan de
tenerlos a raya. Incluso existen sistemas de limpieza automáticos, como
los que instala Terrabita, “Esta piscina sólo hay que limpiarla tres
veces al año: la primera semana de abril, en julio y en septiembre”
comenta Julián Watson gerente de esta empresa ubicada en Ibiza.
Un modelo de piscina
Existen innumerables sistemas de piscinas naturales y en cada clima
hay que adaptarlo a las condiciones del lugar. Para el modelo que
proponemos, la condición imprescindible es disponer de suficiente
espacio. La zona reservada para nadar debe tener como mínimo 30 m2 a la
que hay que sumar el mismo espacio para la zona de regeneración, que en
este caso va en los márgenes. Como lo que se pretende es imitar a la
naturaleza es necesario poner el agua en circulación mediante un sistema
de tuberías, bombas y cascadas, como en un río de verdad.
La pieza más importante de esta instalación es el estanque secundario
de purificación que sirve de biotopo de limpieza. Desde el punto más
profundo del estanque para bañarse hay una tubería que llega al estanque
secundario, en el cual se halla una fosa de 2,5 m de profundidad, para
ello se puede utilizar una pieza prefabricada. La tubería entre el lugar
de baño y el estanque secundario sirve de desagüe y tiene que estar en
el punto más profundo porque es allí donde se acumulan las impurezas que
se han de trasportar a la fosa. En ésta, las partículas pesadas bajan
al fondo mientras que las plantas filtran las partículas flotantes.
Algunas plantas, como los juncos y los jacintos tienen una capacidad
especial para la filtración, lo mismo que algunas plantas flotantes y
subacuáticas, como hidrocaris o lenteja de agua. Este agua purificada se
bombea a través de una tubería hasta la fuente del estanque principal,
donde el círculo se cierra. Estos sedimentos se van convirtiendo en
fangos, que hay que extraer del estanque secundario cada dos años.
El estanque debe parecerse lo más posible a un lago natural, con poca
profundidad en los márgenes que va aumentando hacia el centro.
Muchas plantas no soportan el movimiento del agua, por esto es
necesario separar la zona de baño del lugar donde están las plantas. Se
consigue con ladrillos, sacos de yute rellenos de arena colocados
directamente encima del impermeabilizante, madera, etc.
Los animales como peces y patos no deben criarse en el estanque pues
el agua se llenaría de sus excrementos provocando una falta de oxígeno
en el agua y se rompería el equilibrio ecológico.
| Lo que necesitas saber |
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